“Sea lo que sea la escritura viajera, no es lo mismo que escribir una novela: la ficción requiere una concentración intensa y que la imaginación vuele; una fe ciega, casi mágica. Pero un libro de viajes, según descubrí, dependía más del trabajo de mi mano derecha, y era un acto deliberado, como el propio hecho de viajar. Había que tener salud, entereza y confianza.”
To the Ends of the Earth
“No se consideraba un turista; era un viajero. La diferencia estriba en parte en el tiempo, explicaba. Mientras que el turista suele retornar a su casa al cabo de semanas o meses, el viajero, que no pertenece a ningún sitio en concreto, se desplaza lentamente, a lo largo de años, de una parte a otra de la Tierra.”
Paul Bowles, El Cielo Protector (1949)
Llegué a la conclusión de que debía hallar un motivo más ascético que el puro regocijo si deseaba viajar en paz; hacer las cosas por diversión huele a frivolidad, casi a inmoralidad, en nuestro pragmático mundo. Y aunque personalmente creo que el mundo está equivocado, y sé en mi fuero interno que existe una razón excelente para hacer las cosas simplemente porque se te antojan, aconsejaría a todos los que quieran ver unos ceños relajados en las oficinas del pasaporte que no pierdan tiempo para identificarse como entomólogos, antropólogos o cualquier otro logo que les parezca adecuado y propicio.
Pero como este libro está destinado al Público, y ha de ser pues necesariamente veraz, debo admitir que, en lo que se refiere a mí, he viajado únicamente por diversión.
Freya Stark El Valle de los Asesinos(1934)